El barco más grande del mundo tenía que ser divertido, con atracciones suficientes para grandes y chicos (es un sueño para vacaciones familiares), y con suficiente tecnología para que todo esté sincronizado al pie de la letra. Por eso cuando lo vimos, no defraudó. Su diseño está hecho para que los miles de pasajeros a bordo fluyan, tenga actividades suficientes para hacer durante una semana (y podría ser más), sin repetir y mucho menos sin aburrirse, esa palabra no existe a bordo ni de este y para ser justo, ni de ningún crucero moderno. También los estrategas contratados por Royal Caribbean para su diseño y construcción tenían que lograr que esos espacios estén bien distribuidos a través de todo el barco, de manera que los pasajeros no estén aglomerados, y muy bien que lo han logrado en este e incluso los otros barcos de la Clase Oasis.